El cuarto sector surge en los últimos tiempos como una nueva categoría que trata de englobar a aquellas empresas que entienden que la obtención de rentabilidad está ligada a su compromiso con la sociedad, asumiendo sus retos presentes y futuros. Las empresas que apuestan decididamente por la inclusión forman parte de este sector fundamental para avanzar hacia la sostenibilidad económica, social y medioambiental 

Existen múltiples criterios para establecer categorías empresariales a partir de diferentes prismas: sectores productivos, dimensiones, objetivos, etc. Uno de los criterios básicos y más utilizados es el que agrupa a las empresas según su titularidad y finalidad: a quién pertenecen y a quién destinan su actividad. Según esta clasificación esencial, nos encontramos con empresas pertenecientes al primer sector: aquellas que tienen titularidad privada y cuyo fin principal es generar rentabilidad (beneficio) para sí mismas. En el segundo sector estarían las empresas gestionadas por las administraciones públicas, que tienen como fin ofrecer una serie de servicios o bienes a la ciudadanía que, más allá de ser o no rentables económicamente, satisfagan necesidades de interés general. Finalmente, nos encontramos con las empresas del tercer sector, de titularidad privada, como las del primer sector, pero sin ánimo de lucro, como las del segundo. Estas empresas persiguen fines sociales y abarcan actividades básicas que no son cubiertas directamente por el segundo sector.

El cuarto sector se presenta como una intersección entre los tres anteriores. A él pertenecen las empresas de titularidad privada y fines lucrativos (primer sector), que entienden que la obtención de rentabilidad interna está íntimamente ligada a la consecución de rentabilidad social (segundo y tercer sector). Esta rentabilidad social se cifra en el cumplimiento de objetivos (medioambientales, sociales y económicos) que promuevan el desarrollo del entorno, lo cual, a su vez, supone una estrategia para obtener un retorno con signo positivo hacia las cuentas de resultados de las empresas. Este ámbito de acción convierte a las empresas del cuarto sector en motores de transformación, erigiéndolas en entidades fundamentales para lograr el progreso armónico y sostenible de las sociedades en las que tienen implantación. 

Trasladar la esencia diversa de la sociedad al ámbito de actuación de la empresa, propiciando un marco que favorezca la igualdad de oportunidades de los diferentes sectores de la población para el acceso al empleo y el desempeño del mismo, fomenta la participación inclusiva en el flujo económico (producción y consumo) de las personas y de los ámbitos sociales a los que pertenecen. Al mismo tiempo, las políticas de diversidad empresarial enriquecen los espacios laborales gracias a la gestión y empoderamiento de las diferencias, entendidas como fuente generadora de valor diferencial y medio para incrementar el nivel de satisfacción de las personas que constituyen las plantillas, lo cual redunda en su alineación con los objetivos de las empresas. Esta estrategia de compromiso impulsa la reputación empresarial, que es captada positivamente por los mercados, los cuales demandan cada vez una mayor implicación ética del mundo empresarial con su entorno social. 

Las empresas del cuarto sector son protagonistas de los retos planteados por la Agenda 2030 (ONU) a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen como finalidad sumar a todas las instituciones, púbicas y privadas, y a la totalidad de la población mundial en el desafío de alcanzar un desarrollo global, sostenible y equitativo a medio y largo plazo. Bajo el impulso de los ODS posiblemente nos encontremos en un punto de inflexión en el que el primer sector empresarial haya empezado a convertirse en una categoría obsoleta. Es previsible que, con el horizonte proyectado hacia el año 2030, todas las empresas del primer sector deban meditar profundamente sobre cuál es el papel que están dispuestas a asumir dentro de la sociedad de la que forman parte. Es el momento de empezar a transitar desde el primer al cuarto sector, y hacerlo a partir de una perspectiva inclusiva que promueva la igualdad de oportunidades supone dar pasos firmes que redunden en la consecución del beneficio común.

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