La realización de voluntariado ha cobrado una nueva dimensión gracias al auge del voluntariado corporativo. Hasta no hace mucho, eran solo las personas a título individual las que decidían aportar su tiempo, sus conocimientos y su dedicación desinteresada y altruista a las organizaciones del tercer sector para, así, implicarse en la mejora de la sociedad. El voluntariado corporativo traslada esta posibilidad al ámbito de las empresas, que ofrecen a su personal la opción de comprometerse activamente con su entorno social.

Según la Red de Voluntariado Corporativo, Voluntare, este concepto, que está estrechamente ligado al de responsabilidad social empresarial, implica a un 67% de las empresas españolas en la actualidad. Se trata de un porcentaje que, aunque alto, aún queda por debajo de los de las empresas de la Unión Europea (79%), o de las norteamericanas (85%) y latinoamericanas (87%), que cuentan con programas de voluntariado corporativo. Aproximadamente un 95% de las empresas españolas que aún no tienen voluntariado corporativo estarían interesadas en incorporarlo a su actividad. Hablamos, por tanto, de una estrategia de responsabilidad social empresarial que ha cobrado un extraordinario desarrollo.

Así que cabe preguntarse a qué se debe este auge del voluntariado corporativo. Podríamos resumirlo en una serie de razones o ventajas que repercuten tanto en las empresas, como en las personas voluntarias y en la sociedad en su conjunto.

En primer lugar, el voluntariado corporativo es una estrategia que conecta a las empresas con la sociedad. A través de esta acción las empresas materializan su compromiso con el entorno en el que realizan su actividad y mejoran su imagen externa. Además, el voluntariado cohesiona a los equipos de trabajo, alimenta cauces de comunicación informales y genera mayor identificación de la plantilla con la entidad para la que trabajan.

En segundo lugar, las personas que realizan voluntariado corporativo se sienten partícipes de la estrategia de responsabilidad social de la empresa y, por consiguiente, protagonistas en primera persona del compromiso externo de esta. Es, también, una manera de relacionarse en un contexto extra laboral con diferentes integrantes de la plantilla, de compartir intereses y establecer puntos de afinidad a partir de los que desarrollar las políticas de diversidad e inclusión.

Finalmente, el contexto o grupo social al que van dirigidas las actuaciones de voluntariado corporativo se beneficia de la transmisión de conocimientos desde el ámbito profesional, de la facilitación de herramientas para acortar las desigualdades y de su puesta en contacto con el capital humano de las empresas, que, normalmente, da como fruto enriquecedoras relaciones que redundan en el beneficio mutuo.

El voluntariado corporativo se ha convertido en una de las propuestas más atractivas y útiles a través de las que las empresas comprometidas con su entorno pueden participar en la generación de bienestar y en la inclusión social de las personas en especiales circunstancias de vulnerabilidad.

 

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