El número de empresas que están obligadas a presentar en España información de carácter no financiero ha crecido exponencialmente desde que la norma entrase en vigor en 2018. Esta información supone un termómetro para medir diferentes aspectos de responsabilidad corporativa, entre ellos el de la diversidad en los entornos laborales

EINF son las siglas de Estado de Información No Financiera. Se trata de un informe de gestión anual que deben presentar cada vez más empresas en España, en virtud de lo establecido por el Real Decreto-ley 18/2017, desarrollado posteriormente por la Ley 11/2018, que trasponen la normativa europea 2014/95/UE sobre información no financiera y diversidad.

Las empresas o grupos de empresas que están obligadas a presentar el EINF son aquellas que han sido declaradas de utilidad pública o que durante un plazo de dos años consecutivos cumplen con ciertos requisitos referidos al tamaño de sus activos (más de 20 millones de euros), de su volumen de negocio (más de 40 millones) o de su capital humano (más de 250 personas empleadas). Cuando se promulgó el Decreto-ley de 2017 este concernía a empresas con plantillas superiores a 500 personas, pero actualmente esta cifra se ha establecido en 250. La ampliación de requisitos ha provocado que las poco más de 1000 empresas que tuvieron que presentar el EINF en 2018 en España, se hayan convertido en más de 33.000 en 2022.

La información recogida en el EINF hace referencia al compromiso social de las empresas. A través de él es posible conocer cómo se materializan las políticas empresariales de sostenibilidad medioambiental, de respeto a los Derechos Humanos, de gestión del capital humano y de transparencia financiera y buena gobernanza. Por tanto, una parte importante de estos informes gira en torno a los conceptos de diversidad e inclusión, en cuanto a que sitúa a las personas que forman parte de la empresa en el centro del análisis del compromiso corporativo. Con esta medida se pretende medir el impacto que las empresas tienen en la sociedad. En este sentido, hay que tener en cuenta que las empresas no solo son las principales responsables de dotar al mercado de bienes y servicios, sino que también son uno de los actores claves dentro del marco laboral, que es, a su vez, una base fundamental para el desarrollo digno de la vida de las personas y de su participación en la sociedad.

El EINF está estrechamente conectado con la Agenda 2030, pues nace de la misma necesidad de implicar a toda la ciudadanía y a las entidades que la representan, en este caso a las empresas, en su compromiso con el desarrollo sostenible a nivel ambiental, social y económico. Es muy previsible que se sigan ampliando los requisitos para que sean cada vez más las empresas que rindan cuentas de sus políticas de impacto en la sociedad durante el trayecto que nos llevará hasta el año 2030 y, posiblemente, más allá de esta fecha. Las empresas que presentan el EINF, además de cumplir con la normativa, están lanzando un mensaje de compromiso con los retos globales que nos son comunes. Este mensaje tiene un interesante recorrido bidireccional: hacia dentro (plantilla, propiedad e inversores, etc.) y hacia fuera (la sociedad y el mercado), que genera confianza. Y ya sabemos que la confianza es una llave maestra que abre casi todas las puertas.

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